lunes, agosto 18, 2014

Perspectivas Estructurales del Crecimiento en México

Aristóteles consideraba que el ser humano es un ser social por naturaleza y yo agregaría que una de sus principales manifestaciones es el quehacer político. Aun cuando muchos de nosotros no practiquemos la política, el ser político está escrito en nuestro código genético. De tal manera, las principales limitantes al crecimiento acelerado de México no se deben al mal ejercicio de la política en sí, sino a la baja calidad de quienes ejercen la política. México muy bien podría crecer a tasas superiores al 7%, pero no puede hacerlo por dos problemas fundamentales: las estructuras mentales de los mexicanos y un marco legal inadecuado.

Los seres humanos tenemos tres condicionantes: comer, reproducirnos, y sobrevivir. Para sobrevivir tenemos dos opciones pelear o huir. Comer y reproducirse son actividades que el ser humano puede diferir sin mayores consecuencias, claro al menos de que no sean periodos muy largos. Sin embargo, sobrevivir, evitar ser comido, es algo fundamental, solamente nos podemos equivocar una sola vez. Es por ello que nuestras mentes están programadas a darle prioridad a sobrevivir. Por extensión, los seres humanos le damos más importancia a las malas noticias que a las buenas. De tal manera, al escuchar sobre una crisis o una amenaza, tenemos la opción de enfrentarnos a ellas o huir.

Los expertos nos dicen que el ser humano tiene en promedio 60,000 pensamientos al día, claro no todos ellos originales, la mayoría son repeticiones de lo mismo. El punto relevante es que más de la mitad de estos pensamientos son negativos y las personas más negativas son generalmente las más conservadoras, aquellas que ven una amenaza en cada cambio, las que ven conspiraciones en cada propuesta. En promedio, los habitantes de los países desarrollados tienen más pensamientos positivos que los pobladores de los países subdesarrollados. Las poblaciones de los países avanzados generalmente son más amenas a aceptar el cambio, que los pobladores de las naciones subdesarrolladas.

Los tiempos de planeación son más cortos para aquellos que sospechan de todo y se sienten amenazados por el cambio, mientras que los tiempos de planeación para aquellos con pensamientos más positivos son más largos porque creen que los riesgos y peligros están bajo control. Un Estado con una mayoría de población con pensamientos negativos es un Estado que reacciona a las crisis y no un Estado que planea como evitarlas.

Los economistas en la década de los sesentas y setentas hablaban de que problema del subdesarrollo se debía en gran parte a las estructuras mentales. En otras palabras al sistema de creencias, valores morales, éticos y culturales de los pobladores de una nación. Hoy en día se habla de “disonancias cognitivas”, que es lo mismo pero que suena más sexy. El concepto se refiere a que es difícil cambiar las creencias de un pueblo subdesarrollado, por estar estas fincadas en una educación de baja calidad. Cuando las creencias son descalificadas por la realidad la primera reacción es cambiar de actitud ante esa realidad, descalificando a la propia realidad y a aquellos que aceptan dicha realidad.

Las disonancias cognitivas impiden al individuo ajustar sus creencias ante una realidad cambiante, llevándolo a afirmar sus creencias anteriores sospechando de aquellos que proponen ajustes para estar en línea con los hechos reales. Cualquier propuesta de cambio en las estructuras institucionales o legales que modifica los valores y principios aceptados en el pasado, se ven con sospecha. Los políticos conservadores, aquellos con predominancia de pensamientos negativos, en lugar de evaluar los méritos de las propuestas, prefieren acusar a los proponentes del cambio de intereses ocultos. El problema es que mientras no cambien las creencias, difícilmente se pueden promover buenas políticas públicas que mejoren las perspectivas de un crecimiento acelerado.

A partir de la revolución mexicana, se nos ha hecho pensar que son los intereses de los extranjeros y poderosos los que nos mantienen en la pobreza, que aquel que cuestionan al gobierno está criticando los valores patrios. Más de la mitad de los mexicanos creen en el populismo, es por ello que siguen ganando los políticos demagogos e ignorantes, aquellos que gritan “ahí viene el lobo” cada vez que se propone un cambio, por positivo que este sea. De qué otra manera podemos explicarnos el hecho de que el candidato a la alcaldía municipal de San Blas en Nayarit manifestó, haciendo gala de franqueza, que había robado, pero poquito, y a pesar de que los votantes ya sabían que el candidato era ladrón, aun así votaron por él, ganando las elecciones.

Nuestros políticos nos han infundado el temor al cambio porque se nos han hecho pensar que somos víctimas a la espera de un depredador. Se nos ha hecho pensar que la revolución mexicana es México, que la revolución es sinónimo de nuestra patria. De tal manera, Pemex como representa a la revolución mexicana y como la revolución mexicana es México, se le ha impedido aumentar su eficiencia porque eso significaría cambiar, lo que conllevaría el riesgo de acabar con la revolución mexicana. Asimismo, los sindicatos representan a los obreros y los obreros son México. Tradicionalmente le importa más a los gobernantes un sindicato de maestros contento que una población estudiantil bien educada.

Si lo que en realidad se busca es mejorar el bienestar de los mexicanos, el sector energético se debe abrir a la competencia y participación privada. Las empresas privadas en el sector de hidrocarburos en el mundo le pagan en promedio a los gobiernos el 72% de la de la renta petrolera y con el 28% restantes estas empresas tienen más que suficiente para convertirse en grandes empresas con tecnologías de punta. Aquí en México Pemex le venía pagando al gobierno 65% y con el 35% restante estaba técnicamente en bancarrota y con tecnologías obsoletas.

En cuanto al marco legal, las leyes en México se hicieron bajo un régimen autocrático. Desde la revolución mexicana hasta 1995 lo único que valía era la palabra del señor Presidente. Durante este periodo las leyes se formularon para que sonaran bonito, no para que se cumplieran. Las leyes se hicieron pensando que jamás se iban a aplicar. Y como no había evaluación de los resultados por la aplicación de las leyes, estas nunca se adecuaron a la realidad. Las leyes no siguieron un proceso de actualización, de compatibilización ante una realidad cambiante. El conjunto de leyes con las que empezamos el siglo XXI sirve de poco y se ha convertido en un obstáculo al desarrollo.

La apertura democrática que hemos vivido a partir de 1995 depende de la aplicación de las leyes y de un poder legislativo independiente. Así por ejemplo, el poder legislativo le negó un viaje al extranjero a Ernesto Zedillo, lo cual nunca antes se había visto durante los gobiernos priístas. La Suprema Corte de Justicia le dijo no a Vicente Fox a la expropiación de los terrenos de Texcoco. A Manuel López obrador también la Suprema Corte de Justicia le negó la expropiación de los terrenos para construir un camino, claro cuando López obrador se negó a obedecer, la Corte lo desaforó.

Hoy en día, nuestro marco legal se utiliza para impedir las buenas medidas de política económica. En telecomunicaciones si algo no le gusta a las cableras de Televisa, se amparan. Si algo no le gusta a Telmex o a Telcel, se amparan. Cuando el organismo regulador dice que debe haber competencia, los agentes preponderantes usan la ley para evitarla. De tal manera, amparo, amparo, amparo…

Heredamos un sistema legal e institucional confuso hecho para validar a un sistema autocrático, sistema que ya sido rebasado por la realidad. Tenemos un marco legal diseñado para repartir la riqueza, no para crearla; un sistema para perpetuar una dictadura de partido no para abrir el campo de juego al ejercicio democrático. Eso explica por qué se impiden las candidaturas independientes y la remoción de los representantes plurinominales.

Las buenas intenciones y propuestas se empantanan al amparo de las leyes e instituciones existentes, y es difícil cambiar a las leyes por estar sustentadas en creencias y sospechas de que el lobo está al acecho. Contra las creencias no hay evidencia que pueda convencer, sobre todo si la mayoría de las personas y políticos son conservadores con predominancia de pensamientos negativos.

Vale la pena recordar la frase de ese gran economista inglés John Maynard Keynes que decía que “…lo que detiene el desarrollo económico no son los intereses, sino las ideas de los economistas muertos”.

El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Luis
Un estupendo articulo. Lo comparto plenamente.
Agregaría que Platón menciono: el precio que los ciudadanos pagan por no participar en política es estar gobernados por los peores.
Admiro tu capacidad de síntesis pero sobre todo de autocritica. No es habitual.
Coincido en la capacidad de crecer por encima del 7% pero será muy difícil mientras no haya una verdadera reforma del sistema educativo, desterrando de cuajo las mafias enquistadas en el magisterio.
Quienes nos hemos formado en escuelas y universidades públicas de otros tiempos damos fe de lo que fue la otrora excelencia.
No es posible que la base del país esté en manos de tremenda delincuencia, que forma un estado dentro de otro estado y que la Federación no tome medidas drásticas aunque tengan costo político.
Oaxaca debería ser el espejo en donde se mire el país para ver su futuro si no se toman medidas “de PODER”. Lo que sucede es otra forma de terrorismo pero terrorismo al fin.
No hay reformas estructurales que valgan si no se comienza por los cimientos. Y el sistema educativo debería ser la primera de las reformas estructurales, drástica y sin anestesia. De lo contrario, pensar en crecer a las tasas que el país puede, no dejara de ser una utopía y un sueño guajiro.
El crecimiento debe ser un vector, no un espasmo.
Con todo afecto
Bruno

Anónimo dijo...

Hola mi estimado Luis, tu artículo ha cambiado completamente mi perspectiva en relación a este asunto. De verdad la ignorancia es el resultado de los errores que cometemos al desconocer estos asuntos y agradezco que alguien tan enterado y lúcido como lo eres tú esté en lo cierto. Un abrazo.
Guille

Anónimo dijo...

Estimado Luis:
El marco legal existe pero se aplica únicamente a los que no son amigos.
No existe justicia, cuando al dueño de Oceanografía lo detienen y queda recluido en su casa de Acapulco y el pobre lo meten inmediatamente al reclusorio.
Saludos.
EBonilla

Anónimo dijo...

Mi queridísimo y Aristotélico Luisón, te felicito por tu artículo tan bien organizado y con buenas ideas que señala bien fundamentada gran parte de la problemática por la que se encuentra estancado el País, sin embargo, se debería trazar propuestas para salir adelante y desde ya, proponer un cambio fundamental para acabar con la partidocracia a la que nos han llevado los partidos políticos, misma que su fin primordial es mantener a la gran mayoría del pueblo hundido en la mas pobre educación para manipularlo a su antojo y poder ejercer arbitrariamente la Ley a su antojo y de ese modo mantener el poder a cualquier precio.
otra vez te felicito.
Marco Antonio

Anónimo dijo...

Interesante análisis Luis:
Un punto importante es que Aristóteles decía que el hombre es un animal político. Así es que la política está adentro desde el principio.
Me gusta la idea de que Mexico puede crecer al 7% anual. Lo malo es que no nos dices como se puede lograr ese rápido crecimiento.
Deberías de decirnos como hacerle y empezar una discusión sobre el crecimiento rápido para Mexico, qué se necesita urgentemente. Europa y Japón están tronados.
De todo modos tus escritos son importantes, síguele pero transparenta la política económica necesaria para crecer. Eso sí sería importante para discutirlo es una prioridad.
Luis Rey